sábado, 19 de abril de 2008

Relaciones epistemológicas de la Educación.

Ya hemos visto que el conocimiento nunca es neutro, por el contrario se trata de algo profundamente intencionado. Cualquier conocimiento tiene implicancias políticas, éticas, sociales. Evidentemente hay ámbitos del conocimiento donde esto resulta más patente. Por ejemplo en el estudio sobre la pigmentación de los tulipanes o sobre la salinidad de la espuma de caracol, hay menos implicancias políticas o éticas que en el estudio del genoma humano.
En el caso de la educación, podemos constatar una discusión interesante respecto a si hay una ciencia llamada educación o si acaso se trata de un dominio o un tema que abarcan distintas ciencias. Para respetar la discusión debemos al menos decir que respecto de la educación hay enfoques, el enfoque sociológico, el enfoque sicológico, el enfoque político. También habría que señalar al menos tres tipos de temas. 1 Temáticas teóricas, como una teoría de la educación, historia de la educación, las preguntas respecto de qué sería y cuál es la finalidad de la misma. 2 Temáticas técnicas. Respecto de la didáctica, la planeación, la evaluación. El desarrollo de instrumentos de medición y control. Metodología, etc. 3 Temáticas mixtas. Fundamentalmente lo que actualmente consideramos como currículum.
La Relación entre Epistemología y Educación tiene varios niveles. Un primer nivel puede comprenderse desde la perspectiva de los contenidos de La educación. Es decir, que con el avance de las ciencias humanas van cambiando los contenidos de la Educación especialmente en Asignaturas como las que nos competen, Lenguaje, Historia, Geografía, Literatura, Semiótica, Filosofía, Comprensión del medio social. Este nivel implica que efectivamente en la medida que las ciencias humanas, o las humanidades se van desarrollando, este mismo desarrollo exige proponer nuevos contenidos, para no quedar desfasados respecto a la producción de nuevos conocimientos. Se trata de un nivel muy evidente, pero muy básico también.
Podemos considerar un segundo nivel de relación que tiene que ver con que el desarrollo de las ciencias humanas, implica nuevos enfoques aplicables no ya a los contenidos sino a la forma de las prácticas educativas. De este modo, la sociología de la educación nos entregaría nuevas maneras de entender la relación profesor-alumno, por ejemplo, o también reconsiderar las nuevas relaciones que existen entre la obtención del conocimiento y la movilidad social. Otro ejemplo puede ser la relación de los movimientos estudiantiles con las nuevas condiciones democráticas. En fin, una serie de investigaciones sociológicas pueden influenciar nuestras prácticas educativas y hacernos actuar de una u otra forma, cambiar nuestras perspectivas o nuestras metas. Incluso, dichos avances sociológicos, pueden hacernos formular estrategias nuevas o desechar prácticas o poner en tela de juicio nuestro propio actuar. Lo mismo sucede si nos detenemos en una psicología de la Educación. Sin duda alguna, los avances en teorías del aprendizaje o en psicología del adolescente nos hacen proponer estrategias nuevas de aprendizaje, estructurar metodologías de intervención y enseñanza, incluso nos pueden hacer cambiar todo el lenguaje pedagógico que utilizamos: educadores-facilitadores, alumnos-estudiantes, enseñanza.-aprendizaje; son todos ejemplo de aquello. Sin duda conoceremos que estrategias didácticas como los mapas conceptuales o los cuadros sinópticos nacen desde un cambio en la forma de entender el aprendizaje, y de variados estudios constructivistas. O que nuevos modelos de planificación de claeses o de unidades didácticas surgen desde ese mismo tipo de estudios. Lo mismo sucede con los parámetros e instrumentos de medición de calidad, o con las campañas educativas de diverso tipo. Sin embargo, esto es sólo un segundo nivel de relación, muy importante y que nos toca muy directamente, pero hay una relación incluso más profunda e importante.
El tercer nivel de relación que hay entre el desarrollo de las ciencias humanas y la Educación se relaciona con la implementación de los grandes conceptos educativos y las políticas educacionales. Todos los sistemas educacionales han sido desarrollados en sistemas de pensamiento más amplios. Si tomamos el ejemplo de los primeros desarrollo educativos chilenos y nos fijamos en educadores como Camilo Henríquez, Manuel de Salas o Juan Egaña, nos podemos dar cuenta que sus propuestas educativas están inspiradas en sistemas de pensamiento complejos que tienen diversos ideales y valores, como también perspectivas éticas , políticas, religiosas y estéticas. Seguramente para ninguno de nosotros es una sorpresa recordar que el desarrollo educacional chileno durante el siglo XIX estuvo influenciado por el positivismo academicista y el racionalismo por un lado, y por los conflictos políticos entre posiciones laicistas y de confesionalismo católico por otra. Las instituciones de carácter laico y las instituciones de carácter católico, tanto a nivel medio como superior, durante todo el siglo XIX, fueron las grandes posiciones hegemónicas de la educación chilena. Un ejemplo más cercano, cronológicamente hablando, quizás ayude a comprender mejor esto. Si nos detenemos un momento a pensar la historia educacional chilena de la segunda mitad del siglo XX, caeremos en la cuenta que las grandes reformas educacionales están asociadas a los momentos políticos del desarrollo del país. En primer lugar los Gobiernos Radicales, tuvieron el lema “Gobernar es educar”, llevaron a cabo una tremenda reforma educacional que posicionó al Estado como principal educador de la Nación, y difundió la educación laica y humanista. El Gobierno de Frei Montalva impulsó una nueva reforma educacional, que pretendía la masificación de la educación; reformo la educación básica extendiéndola a 8 años, y los programas curriculares de la educación media. Además incentivó la reforma a la educación Superior, y desarrolló ideales de un humanismo personalista, más acorde al ideario político de su gobierno. La reforma de la ENU impulsada por el Gobierno de Salvador Allende, pretendía un concepto educativo, planificado centralmente y con clara orientación al mundo productivo. Si bien esta reforma no llego a concretarse, es muy cierto que produjo un debate a nivel nacional muy fuerte, donde quedó muy explicito, que las transformaciones sociales que buscaba el Gobierno de la Unidad Popular, requería transformaciones educativas, sin las cuales no era posible tal reforma social. La reforma del ’80 tiene connotaciones políticas innegables. El Estado deja de ser el principal actor educativo y comienza el proceso de privatización, se acentúa la formación técnico profesional. Se descentraliza la administración de los servicios educacionales del Estado (Municipalización). Se declara explícitamente la Educación superior como un privilegio, y se asegura el derecho a la libertad de enseñanza; pero no el derecho a la educación. Se detiene el proceso de profesionalización docente, comenzado en el gobierno de Frei. Se reforma el sistema de financiamiento educacional, a través de la idea de prestación de servicios (Subvención) y crédito individual (financiamiento universitario). Los gobiernos de la Concertación han difundido una nueva reforma a partir del año 1990. Esta es una reforma fundamentalmente performática que en general no toma en cuenta el componente político, tratando de obviarlo, y apelando a la eficiencia técnica. De este modo el principal fundamento ha sido el constructivismo pedagógico.
Como vemos, este último nivel de relación resulta muy importante. La forma de entender, proponer, normar y desarrollar las políticas educativas dependen de un mundo de ideas precisas que son las que inspiran los desarrollo educativos.
Las reflexiones hechas acerca de la relación existente entre ambas aparecen ya al descubrir que la teoría del concimiento viene siendo la misma epistemología...

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